La gaviota iba
volando sobre el mar azulado, buscando comida para sus pichones como
habitualmente hacia. - ¡Splash! - Se zambulló en el agua y al cabo de unos
segundos salió con un pez en la boca. Era grande y carnoso. La gaviota aterrizó
en el suelo para masticar el pescado y hacer una papilla para que así, sus
pichoncitos, pudiesen digerirlo. Aleteó sus alas y comenzó a volar de vuelta a
su nido. Allí estaban, sus pequeños y débiles niñitos. Los alimentó y se
recostó para dormir y esperar a la mañana siguiente. Pasaron las horas y se
despertó con el piar de sus pichones. Estaban hambrientos de nuevo, por lo que
la gaviota empezó a volar en dirección a la playa.
A lo lejos, en el mar, se veía un barco que echaba humo. Su curiosidad le ganó, por lo que se acercó a él, aterrizó en el techo y miró a los alrededores. Todo estaba repleto de barcos que echaban montones de humo. Mirar por allí era complicado. Mientras observaba escuchó voces de humanos y en ese momento recordó todos los relatos de sus amigas las gaviotas, por lo que inmediatamente se retiró de allí.
Voló hacía donde recordaba que estaba la playa. Divisó en el mar lo que parecía ser un pez. - ¡Splash! - Entró en el agua. Resultó que no era un pez, era un pedazo de lata. Y en un movimiento bruto por intentar quitarse de la boca ese pedazo de basura, se cortó cerca de su ala izquierda. Entonces, mientras volaba hacia la playa torpemente por su herida, aterrizó. Aquel suelo que alguna vez había sido arena, ahora estaba cubierta en basura. Intentó buscar algo de comida. Encontró una tapa de soda, y pensado que era algo comestible, comenzó a masticarla.
Con la basura todavía en la boca, intentó
regresar a su nido con su aleteo torpe y la vista bloqueada por el humo de los barcos. La gaviota se cansó y se dejó caer al mar, entonces
cerró sus ojos. Mientras, en el nido, esperaban hambrientos los pichones que
ese día no comerían.
Olivia Córdova - 2B
No hay comentarios:
Publicar un comentario