Cuando aprendí a comportarme como un
caballero, aprendí también que estos suelen leer mucha poesía. Así que después
de regar con muchos libros mi mente, dieron fruto mis escritos como poeta.
Ya no recuerdo muy bien mi nombre, me lo he
olvidado otra vez, aunque pienso que es algo que debería ser recordado. Así
pues, voy a cuarto año, y mis compañeros me llaman Pip, mis buenos hábitos aquí
significan un motivo de burla, no suelo utilizar lenguaje vulgar, por lo que
mis compañeros básicamente me detestan, soy un marginado, un simple rechazado
social más.
Mis mechones rubios caen como una cascada sobre mi rostro húmedo, dificultándome la escritura. Quien lea esto, encontrará las huellas de mi desgracia, cayendo en forma de lágrimas sobre un papel amarillento dedicado hacia ninguna parte. Escribir poemas es como un consuelo para mí, curando un poco mi frágil corazón. Como algún poeta dijo alguna vez: "Cada palabra que escribo es como en terrón de azúcar en mis manos." Aunque no me gusta el té, y menos con azúcar.
Mis clases son difíciles. No importa lo mucho que me esfuerce en estudiar, o en entender. Aunque mis compañeros de curso parecen saber cómo.
Los vapores multicolores del cielo me indican que la luz es solo cuestión de momentos en esta hora. Se me ha escapado una sonrisa, es realmente una tarde espléndida, y escribir es como hablar con el mejor amigo que nunca tuve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario